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Ni ballenas ni azules, mejor cuervos

Jairo Aníbal Moreno Castro

En la escala filogenética, los humanos estamos en la cima. Luego de escalar durante millones de millones de años todos sus peldaños, logramos la meta. Estamos arriba y adelante del resto de animales porque pensamos y tenemos la facultad no solo de decir, de callar y de mal-decir lo que pensamos, sino de hacer y deshacer lo que soñamos. Y es que nuestra palabra es vida y nuestro pensamiento es el fuego que la alumbra. Ser los reyes de la creación es un trofeo conquistado con paciencia. Para obtenerlo, tuvimos que volvernos pensadores superiores, esto quiere decir, animales críticos, sociales, lógicos, creativos y divergentes. El camino recorrido no fue corto. En la prehistoria de la humanidad nuestra cognición de corto vuelo, solo alcanzaba para tareas elementales, sensoperceptuales, motoras, ligeramente intelectuales. Luego de tres revoluciones internas, accedimos al significado, descubrimos los conceptos, accedimos a las operaciones superiores de la mente. Así, entramos al reino de lo humano, ingresamos a la escuela y pronto supimos adueñarnos del universo. En él no estamos solos, nuestra inteligencia es compartida por otros, y es que

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