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Como en el amor, aquí haremos del infierno, primavera

Jairo Aníbal Moreno Castro

Tres, es el número de todo. Platon lo presentaba como la Imagen del Ser supremo en sus tres aristas, materia, espíritu e intelecto. Quienes profesan simpatía por la numerología lo anuncian como símbolo de la comunicación, la interacción, la capacidad artística, la inteligencia general y el disfrute del amor y de la vida. Quienes lejos de estas destrezas numerológicas jugamos a comprender la vida desde los argumentos de la ciencia, reconocemos en ese número un comodín importante que sirve para explicarlo casi todo: tres, son las formas de concebir el conocimiento ( la experiencia, la inteligencia y la interacción); tres, las grandes revoluciones cognitivas que convierten la mente instintiva e inamovible del bebé en ese aparato maravillosamente intelectual del adulto (acceso al símbolo que nos vuelve humanos, llegada a los conceptos que nos convierte en escolares e incursión en las operaciones mentales que nos transforman de seres intuitivos en animales predictivos, lógicos, creativos y socialmente sensibles) ; tres son las visiones pedagógicas dominantes en la escuela          ( tradicional, constructivista y construccionista); tres, las grandes tareas del pensamiento humano        ( significar, relacionar y contextualizar); tres las dimensiones de la escritura, la lectura, la oralidad, el pensamiento, la personalidad ( la forma, el contenido y la función) y - para abreviar la lista- desde Aristóteles tres son las dimensiones del tiempo, tres son las partes principales de los cuerpos              ( cabeza , tronco y extremidades) y tres los componentes básicos de la conversación, el ensayo el relato ( la introducción, el desarrollo y la conclusión).


Acerca de las tres formas de enseñar - que también son de aprender- trata el primer desafío de la innovación pedagógica que denominamos CREATIVAMENTE

Como en el amor, aquí haremos del infierno, primavera
TRES, EL NÚMERO DE TODO

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