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Ni dictar, ni dictado, tampoco dictadura

Jairo Aníbal Moreno Castro

FELIZ DÍA, mis maestros...

En las rutinas pedagógicas más clásicas suelen pronunciarse con frecuencia - y con cierto tono ceremonial- dos palabras que parecen ser reflejo del inmovilismo perturbador de la educación tradicional. Esas palabras son, dictar y dictado. Provienen de una misma esencia. Son voces que denotan acciones complementarias. Dictar, en la acepción más común, es leer lentamente, muy despacio, con el fin de que otro copie fielmente, sin ninguna transgresión. Dictado, es el producto frío y calculado de dictar. Es la evidencia de que la voz del dictador no ha sido violentada por quien sumisa y con disciplina tiene que copiar. Estas dos prácticas, me parece, representan acertadamente la filosofía de poder que define la vieja educación. No es extraño su parecido fonético con otra palabra aborrecida por todos, dictadura. Tampoco, sorprende la similitud semántica. Nos recuerda el diccionario que dictadura es " el régimen político que, por la fuerza o violencia, concentra todo el poder en una persona". Profes, no me gusta eso, me recuerda a los brutales sanguinarios, Pinochet, Idi Amín Dada, Hitler, Videla... Me inquieta de verdad. Así que , maestros, ni dictar, ni dictado, tampoco dictadura.

Este es el pretexto de nuestro desafío cognitivo semanal para el desarrollo de la comprensión y la aptitud creadora.

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