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Somos signos, somos todo

"Cuando la palabra humana es

razonamiento dialéctico, convence;

cuando es discurso retórico, persuade;

cuando es poema trágico, purga y

purifica".

(Aristóteles

Desde que la familia de los seres vivos dio la bienvenida al animal más "vivo" y depredador que haya jamás existido; desde que ese animal se propuso conquistar y reinar en todos los imperios; desde que el hombre nace hasta que muere; desde que por la mañana abre los ojos y sale en busca de su esperanza diaria hasta que por la noche los cierra cansado e ilusionado por mejorar al día siguiente la faena, el ser humano tiene construido un destino al que debe acomodarse sin apelaciones ni renuncias: vivir en una telaraña de signos y ser él mismo, en esa telaraña, un signo más.

Ese paisaje simbólico que la vida humana requiere ser constantemente interpretado; es más, la interpretación llega a convertirse para el hombre en una condición de su existencia, en un criterio para identificar a los más aptos. Está escrito en el anecdotario de la humanidad que cierto día un hombre ( un hombre al perecer igual a los demás)disfrutaba de una tarde de ocio cuando le cayó sobre su cabeza, un elemento redondo, sensual, puesto de moda por Adán desde cuando sin otro refrigerio decidió pegarle su mordisco. La noticia no fue muy difundida " Ha caído del árbol una manzana" , no era para los medios de comunicación de momento, disminuidos ya de su capacidad de asombro, una información interesante. Que algo caiga no tiene ni tuvo nada de maravilloso para quienes refundidos en el sentido común, hemos perdido poder para interpretar la magia, pero ese hombre, tuvo un comportamiento insólito. "Es un loco" gritaban sus dos amigos, sus veinte profesores y sus muchos contemporáneos. Ese hombre sometió el incidente a un interrogatorio extraño, preguntaba obsesivamente a la manzana ¿Por qué cayó? Los académicos y los otros organismos de inteligencia nacional creyeron que aquél hombre estaba realizando una investigación exhaustiva para conocer y castigar a los culpables. Aquel hombre, por el contrario, estaba preocupado por evitar una impunidad muy diferente: debía encontrar las razones verdaderas que están detrás de la caída de los cuerpos ( por supuesto, no de los cuerpos que caen por falta de alimento ni menos a todos aquellos abatidos por francotiradores que todos conocemos; tampoco de los cuerpos que caen víctimas de una promesa de matrimonio o de un aumento de salario) ¿Qué significa esa manzana caída? ¿ Su caída es un signo de qué? Fueron los cuestionamientos de aquel hombre que había visto el episodio con ojos menos contaminados por la lógica de lo aparente y más problematizados por descifrar las verdades ocultas. Las respuestas dadas a esos problemas, terminaron por hacer más cómoda la vida para todos, inclusive para quienes sin haber visto "más allá de las narices" habían calificado su proceder de "loco". Las leyes de la gravitación universal que servirían para que posteriormente el hombre civilizado pudiera divertirse enviando al cielo globos navideños a la luna "gallinazos" para con

quistarla, serían entonces descubiertos.

De ese acontecimiento pueden extraerse diversas moralejas: primera, que al contrario de lo que insisten los empleadores, el ocio también es productivo; segundo, que la manzana reivindicó un tanto su condición de fruta prohibida; tercera, que tomar en serio a los amigos, profesores y contemporáneos, es una locura que no produce conocimiento, sino tedio; cuarta, que antes de empecinarse en buscar a los culpables, es más racional descubrir y entender las razones secretas de sus culpas; quinta, que irremediablemente a pesar de los esfuerzos conscientes o inconscientes que hagamos en contrario, los cuerpos caen; sexta, que hacer preguntas, buscar problemas y originar crisis, el lugar de vicios sub- versivos, son las virtudes patrocinantes del saber; séptima, que la inteligencia no es solamente espionaje, máscaras y "amigos" infiltrados, sino que también es una pregunta, es duda, es desconfianza, es verbo y es estrategia mental, atributos presentes en el ser humanos con distintos niveles de eficiencia; y finalmente, que personas como Newton, capaces de ser diferentes, tolerantes de la sorpresa y de lo desconocido, hábiles para rastrear indicios, para detectar la esencia de los signos, para percibir que no solo son engañosa las respuestas, sino que en ocasiones falsas, se dan en nuestras sociedades solo de manera excepcional


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