Ella es la vida

Para el desarrollo de los potenciales humanos, jamás es tarde. Aún en las terceras y cuartas edades existe un margen importante de despliegue de las facultades humanas. Por ejemplo, mí abuela a los 116 años, lo intenta todo, aprende mucho y resuelve emocionada y con acierto los desafíos del Concurso. Todavía a esa edad, la vida nos enseña su magia incomparable.